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“Mi nacimiento coincidió con el advenimiento de una nueva ciencia: la bioquímica”, comenta el Dr. Luis F. Leloir en su autobiografía. El 6 de septiembre de 2006, el Premio Nobel cumpliría 100 años.

imagen Dr Luis F leloirLuis F. Leloir nació en París, el 6 de septiembre de 1906, pero el suceso ocurrió allí por accidente, pues su padre se había trasladado a la capital francesa para someterse a una intervención quirúrgica.

Sus padres, el doctor Federico Leloir –abogado- y Doña Hortensia Aguirre Herrera, eran argentinos nativos de varias generaciones y Leloir no se naturalizó argentino, sino que optó por la ciudadanía de sus mayores.

Sus primeros años transcurrieron en París, hasta que a los 2 se trasladó con su familia a Buenos Aires. Hasta la adolescencia su vida transcurrió entre Europa y nuestro país, circunstancia que provocó algunos trastornos en cuanto a la continuidad de su educación.

El menor de 9 hermanos, era un chico muy tranquilo, al que no le importaba jugar solo y realizar trabajos con las manos

Recuerdan que Lucho (sobrenombre por el cual los suyos siempre se referían a él) aprendió a leer solo, sentado sobre el suelo, con el diario La Nación entre sus manos.

Cursó sus estudios primarios en la escuela estatal San Martín, donde a los 10 años lo hicieron pasar a primer año del nacional por su inteligencia.

Los estudios secundarios los hizo en un principio en el Colegio Lacordaire (de donde, como todo adolescente  normal, alguna vez se hizo la “rata”), luego en el del  Salvador, y por algunos meses, durante la guerra del 14, en el Colegio Beaumont, en Inglaterra.

Años más tarde, estando en París, ingresó en el Instituto Politécnico para estudiar Arquitectura: estuvo unos meses y decidió que esa no era su vocación. Al regresar a Buenos Aires decidió entrar en la Facultad de Medicina.

Su carrera transcurrió como la de tantos otros muchachos, sin mayores alternativas, salvo en una ocasión en que al ser “bochado” en el examen final de Anatomía Patológica decidió abandonar los estudios, cosa de la cual, pr fortuna, lo disuadieron los amigos, y la culminó en 1932 al obtener el título de médico.

 

imagen Dr Luis F leloirComo universitario se caracterizó por ser un alumno aventajado y un observador sagaz, lo que le valió obtener algunos cargos por concurso, tales como los de practicante externo, menor y mayor interno en el Hospital Ramos Mejía en 1929, 1930 y 1931.

En este lugar produjo la labor que le valió el primer premio: Premio de Tesis de la Facultad de Ciencias Médicas por su trabajo sobre “Suprarrenales y metabolismo de los hidratos de carbono” (tesis que apadrinó el mismo Houssay)

Hasta 1935 siguió al lado de Houssay, y en 1936 viajó a Inglaterra para perfeccionarse en el Biochemical Laboratory del profesor Hopkins (Premio Nobel de Medicina y Fisiología 1929) en Cambridge investigaciones sobre “mecanismos enzimáticos de transformación de los glúcidos”.

El doctor Leloir fue objeto de tan importante distinción por el descubrimiento de los nucleótidos de uridina y del papel desempeñado por estas sustancias en el metabolismo de los azúcares animales y vegetales.eloir era ya, sin lugar a dudas, uno de los investigadores bioquímicos más afamados del mundo; por eso no extrañó que ese mismo año se lo designara miembro del directorio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

En 1959 se lo designa miembro de número de la Academia Nacional de Medicina; en 1960, miembro extranjero de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. La Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de Buenos Aires lo distinguió nuevamente en 1962 al designarlos jefe del Departamento de Química Biológica.

En 1965 recibió el premio de la Fundación Severo Vaccaro. Dos nuevas distinciones académicas trajo consigo 1963: el título de miembro extranjero de la Sociedad Filosófica Americana y el  de doctor “honoris causa” de la Universidad de París. En 1965,  recibe el premio de la Fundación Bunge y Born ( Un millón de pesos, diploma y medalla de oro) por haber realizado estudios y descubrimientos de importantísima repercusión en fisiopatología humana

En 1966 la Universidad Nacional de Tucumán y la Universidad de Granada, España le otorgaron doctorados “honoris causa” y la Gaidner Foundation, de Canadá, lo hizo merecedor de su premio.

En 1968 obtuvo un nuevo premio, el Benito Juárez, concedido por única vez por el gobierno de Mexico. En 1969 el doctor Leloir fue nombrado miembro honorario de la Biochemical Society, de Inglaterra, y recibió  el premio Juan José Kyle, de la Asociación Química Argentina, correspondiente a 1968.



Cuatro son las palabras que pueden describir la persona del doctor Leloir: HONESTIDAD-VOLUNTAD-ESTOICISMO-RESPONSABILIDAD.

HONESTIDAD: Honestidad tanto en el terreno científico como en la ecuanimidad para tolerar opiniones antagónicas y reconocer errores.

VOLUNTAD: La voluntad de trabajo es el motor del Instituto.

ESTOICISMO: Necesario para soportar sin desmayo las diarias frustraciones ( no solamente referida a los experimentos fallidos sino a la imposibilidad de desarrollo de tantos proyectos).

RESPONSABILIDAD: Es el elemento fundamental que junto a la voluntad de progreso y de lucha contrarresta el elemento apático del estoicismo, convirtiendo la filosófica resignación en científica búsqueda de nuevos caminos para resolver el problema.

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